lunes, enero 05, 2009

Aunque me encantaría haberlo escrito... me encantó leerlo.
Comparto este texto del genial Arlt tras mi momentáneo vacío tecleador.
Quizás sirve como complemento (¿respuesta?) a alguna discusión acuariana.


Rosmarín busca la verdad

Heme nuevamente entre mis papeles de trabajo. Varias cartas. Las leo. Las agradezco. Contestaré una. Es la que me ha enviado la fábula del León y del Hombre. Usted quiere escribir. Y tiene dieciséis años. Lo que me envía está bastante bien. Sobre todo en lo que atañe al diálogo. Pero en esta sección no podría interesar. Tiene condiciones. La forma de desarrollarlas es escribir todos los días. Y leer. Leer mucho. Pensar más. Vivir. Tratar de escribir como se habla. Analizarse de continuo en todos los sentimientos. Y escribir todos los días. Se tenga ganas o no. Eso sirve para hacerse la herramienta de expresión que, cuando algún día necesite, sobre todo para decir algo (porque ahora no tiene nada que decir), podrá utilizar.

Rosmarín

Yo les hablé en mis aguafuertes silvestres de Rosmarín. Rosmarín tiene la cabeza redonda, el cabello negro y rizoso, los ojos de un duro matiz de acero azul; nacido en Inglaterra, es hijo de polacos, fue traído a los cinco, años de edad a América y ha charlado muchas horas conmigo, recostado a la orilla del río, o en la cama, bajo la carpa, encendiendo infatigablemente cigarrillos amarillos. Tiene diecinueve años y me dice, o mejor dicho, recuerdo que me decía:

-Hay que encontrar la verdad, el camino de la verdad. ¿Qué verdad se puede encontrar para vivir satisfecho? Vos comprendés que yo no puedo poner ilusiones en el amor. Soy feo para interesar a las mujeres. Otros, a determinada edad, pueden hacerse la ilusión de que podrán enamorar a una millonaria; pero yo sé que eso no ocurre ni en el cinematógrafo, y en cambio sé que hace cinco años que trabajo como un burro, que gano un sueldo reducido y que, frente a mí, no se abre ningún horizonte, ninguna posibilidad de dicha.

Diecinueve años. Bajo la carpa, Rosmarín tiene facha de revolucionario ruso. Yo le digo:

-Querido amigo: una de dos. O vos terminás millonario o en la silla eléctrica de Sing-Sing.

Rosmarín arruga la frente; los ojos de acero se iluminan de vida interior y contesta:

-Tenés razón, todo puede suceder. Por eso estudio estenografía. Con el conocimiento que tengo del inglés, más la estenografía, puedo mantenerme y ganar el puchero en cualquier país.

Rosmarín piensa irse a Estados Unidos. Rosmarín tiene cinco mil pesos. Cinco mil pesos que ganó en la lotería. Sacude la ceniza del cigarrillo y agrega:

-Yo no puedo resignarme a vivir del modo absurdo como vive la gente de este país. La gente pobre, entendámonos. Yo no puedo resignarme a vivir sin una verdad definitiva. La verdad definitiva serviría para esto: Saber cuál es el fin de los sacrificios que uno realiza. Para qué sufre uno. Para qué se dobla horas y horas en el trabajo. Hay países donde se puede vivir de otro modo.

Estas conversaciones siempre en la carpa o a orillas del río. Diecinueve años. Rosmarín termina sus diálogos con estas palabras:

-Porque si no existe objeto de trabajar, si no hay una verdad, una posibilidad de dicha, lo mejor que puede hacer uno es pegarse un tiro.

Diecinueve años. Y yo he tenido la impresión de que éste es un hombrecito capaz de matarse con toda tranquilidad.

Voluntad

¡Cuántos muchachos hay en esta ciudad como Rosmarín! Colocados frente al problema de Rosmarín.

-Yo buscaré la felicidad -dice Rosmarín- hasta cansarme, y si no la encuentro, algo sucederá. Posiblemente lo que suceda es que me resigne a ser una bestia de carga, pero...

Yo no puedo menos que dejar de sonreír. Insisto:

-Querido amigo, has entrado en un terreno prohibido. El del pensamiento. Y estás embromado para toda la cosecha. No podrás dejar de pensar ya nunca más. El pensamiento es como un veneno sutil: en cuanto se gustó, no se le puede abandonar y cada vez va uno más adentro. Mi pronóstico, insisto, es: o te hacés millonario, pero con indiferencia, o. ..

-La silla eléctrica en Sing-Sing. Tenés razón, Roberto Arlt. Pero ¿y si la felicidad se encuentra en el camino a la silla eléctrica?

Bajo el ángulo de la tela tensa, la cabeza de Rosmarín, con sus ojos de acero agrio taladran el futuro. Enciende otro cigarrillo rubio. Sonríe, me mira y luego:

-¿No te gusta el póker, Arlt?

-Sí; me gusta todo juego, siempre que el naipe sea una figura de carne y hueso. El juego con cartoncitos me parece estúpido.

Rosmarín frunce el ceño, sacude la ceniza sobre el pasto o sobre la manta, y ...

-Mirá, Roberto Arlt ... dentro de unos meses me iré a Norteamérica... Y de vos no me voy a olvidar nunca.

-Rosmarín: tené cuidado... y, si podés, hacete millonario, aunque sea vendiendo chorizos. Has tomado la vida demasiado en serio. La felicidad no existe ni existirá nunca para los que piensan. Rosmarín: hacete millonario.

Roberto Arlt
Nuevas Aguafuertes

jueves, noviembre 06, 2008

Promisorio destino
de pensamientos excesivos,
exuberantes,
extraños.

Prima de la atención obsesiva,
de la obsecuencia,
de ideas obtusas.

Precaria galaxia de razón,
ruina de ideas brillantes,
resabio de reflexiones ridículas.

Invasión de pensamientos inútiles,
inercia acumulada,
innecesaria gravitación latente.

Complemento de un final esquizoide,
flamea la inexistencia de la cura.
Planea, exuberante,
obsesiva,
brillante.
Es, quizás,
la locura.

domingo, noviembre 02, 2008

Tiene una vida rara, como metida en una bolsita de polietileno, enredada. Le resulta incómodo y le cuesta hacer algo para desatarse de esa inercia, para encontrarle un sentido a ese tiempo que transcurre sin entender del todo para qué. Sin entender nada en realidad.

Cada día que pasa siente que debe obligarse a "ser feliz", como indican los mandatos sociales o, al menos, no sentir que fue un día perdido. Pero le cuesta, el futuro no parece muy encantador. Un día, después de alguna actividad laboral, se puso a caminar. Esos momentos que lo encontraron andando los pasó bien. De alguna manera se sentía librado de todo. De su casa, del trabajo, de las obligaciones cotidianas, de los reclamos de todos, probablemente hasta de él mismo. Estaba ahí, caminando, y no podía hacer otra cosa, la "utilidad" de cualquier acto estaba siendo aplastada por sus pies. Y por esos momentos se sintió libre. Se sintió bien. En ese recorrido se imaginaba la posibilidad de vivir eternamente caminando. De alargar esos pasos de despojo, de libertad. Evaluaba posibilidades y pensaba sustitutos más cómodos para pasar la vida. Para alargar esa sensación de contacto con el mundo, con su alrededor. Esos momentos de pura vivencia, de desborde de uno mismo, de exceso de lo exterior y de exageración del yo.

Llegó a su departamento y no encontró respuesta. Todavía no la encuentra. Quizás se le pase la vida buscándola. Pero no podrá dejar el cuestionamiento en la mesita de luz.

jueves, agosto 21, 2008

Tengo frío. Estoy acurrucada abrazando mis rodillas, cuando levanto la cabeza y a mi alrededor veo blanco. Esa ausencia de color me invade. Busco con la mirada una salida y mis ojos más despiertos me permiten distinguir formas. Estoy en una gran montaña, en su pico más alto, en su minúscula cima. Pero a mi alrededor no hay montañas. Estoy sola. No hay nada que hacer y hay que hacer todo. No me falta nada y me falta todo. ¿Cuál es el camino correcto? ¿Debo bajar? ¿Quiero, puedo bajar? ¿Qué espero esperando? Un caballo no cabe. ¿Qué encontraré en el recorrido? ¿Y si quedo varada? ¿Y si no encuentro lo que busco? Mejor, ¿qué busco? ¿Cómo sé si ese camino me llevará a algún lugar?
Aparece otra montaña y desde allí veo señales. Con juegos de luces nos comunicamos. Pasa el tiempo, armamos códigos. ¿Qué le significarán? Es una conversación de interioridades imaginadas. Creo saber qué intenta decirme. Si continúa apuntándome con su luz, presumo que también tendrá una teoría de mis mensajes. O, simplemente, acompañan sus días.
Aún no sé qué será de mí, pero no me iré muy lejos. Compartiré con su luz mi destino.

viernes, julio 11, 2008

Una vez más tengo la sensación de paraiso. Una mariposa que vuela, un sol pleno pero con levedad invernal, sonrisas enamoradas, pequeñísimas flores silvestres dispersas en un pasto verde que todavía disfruta de la humedad de una lluvia pasada.
La sensación de paraiso intenta traspasar mis ojos y meterse en mis entrañas. Al final, qué existe más allá de lo que sentimos sensorialmente? Los sentimientos no son más que reacciones mentales de las sensaciones físicas. Palabras oídas, caricias y gustos carnales, olores, sabores. Risas, llantos, miradas. No se siente más que con el cuerpo.
Extraigo de la vida lo que me permite mi alrededor. Qué es la vida sino ese pequeño espacio de tiempo y lugar en el cual puedo "ser"? La vida es experimentación y es vivencia. Es piel, placer y dolor. La vida soy yo.

jueves, junio 26, 2008

Sobre as festas juninas

Aunque para dormir haya que vestirse con varias capas de ropa y taparse con la mayor cantidad de frazadas posibles (lo que inevitablemente favorece el aliento a la promiscuidad, ya que las habitantes de la casa ruegan que las demás pasen la noche en los dormitorios de sus respectivos "chongos" para así, poder apropiarse de sus colchas), en Brasil hay fiesta. Es cierto que esta zona se olvidó de ser tropical y que sus accidentes geográficos lejos están de una playa paradisíaca, pero el ánimo de mis colegas estudiantes y de los habitantes santamarienses se fue vistiendo con sombreros de paja, vestidos de indiana con shorts con elástico de la misma tela por debajo, cachetes colorados con pecas negras bien marcadas y dos colitas o trenzas en el pelo (muy al estilo Familia Ingalls). Es que junio es el mes de las Fiestas Juninas, una celebración tradicional de origen europeo, que es muy popular en el norte de Brasil. Además de recibir su nombre por el mes del año en que se hacen, conmemoran a tres santos católicos: San Antonio, San Juan y San Pedro. Históricamente, está relacionada con la fiesta pagana del solsticio de verano, que era celebrada el 24 de junio, según el calendario juliano (pre-gregoriano) y cristianizada en la Edad Media como "fiesta de San Juan".
Las tradiciones se fueron aggiornando y, lo que inicialmente era una fiesta rural, llegó a la ciudad con algunos cambios y se celebra con comidas, bailes y música típica. La teoría de los extranjeros que se encuentran viviendo en Santa María es que para los brasileros, cualquier excusa es buena para tomar un poco y pasarla bien...
Al menos en esta ciudad, los boliches arman algún día del mes una fiesta de ese estilo pero, por lo general, éstas se organizan por grupos de amigos, en casas, donde todos se disfrazan para la ocasión con ropa campechana, "caipira" (anteriormente descriptas las formas más tradicionales), con camisas cuadrillé y zapatillas de colores distintos en cada pie, además del maquillaje típico para las chicas y algún bigote o patillas dibujadas con corcho quemado o delineador para los varones. Algunas coquetas alquilan o compran los trajes originales que visten como un juego por una noche. Casi como unas Cenicientas caipiras.
En la fiesta, lo que no puede faltar es el quentão, una bebida hecha en base a vino tinto, azúcar, cachaça, canela, clavo de olor y jengibre, que se mixtura en una olla con un poco de agua y se sirve bien caliente! A través de mis dos experiencias de fiestas juninas del fin de semana pasado, puedo testimoniar que es bastante rico y que al ser muy dulce no hay que emocionarse tomando en cantidades, porque presencié escenas de consecuencias casi críticas.
Además, mucha comida dulce es servida en la mesa, sin dar opción al ataque al hígado. Turrones, raspaduras (azúcar cocinada de varias formas diferentes con coco o maní, lo que hace que haya muchos platitos), pochoclos y garrapiñada... caseritos!, pipoca (maíz inflado), mandolate (bocaditos riquísimos con gusto a banana y goaiaba –que además disfruto cada tanto como postre del comedor universitario), amendolate (es una especie de Mantecol –acá no existe-, pero un poco más feito). Además, hacen “cachorro quente” (que es una especie de pancho pero en esta zona la salchicha se corta chiquita y es mezclada con una salsa que, entre otras cosas, tiene tomate y cebolla) y sirven unas semillas marrones alargadas (que no recuerdo el nombre y cuyo tamaño es aproximadamente el doble a una almendra) que, luego de hervirse, se muerde uno de los extremos para que la parte comestible sea expulsada por el “caparazón” –ahora sí, del tamaño de una almendra- y así, comerla con un poco de sal. Contra todas mis expectativas, es rico!
Por otro lado, los estudiantes de Comunicación conservan el estereotipo en varias latitudes y, aunque todos prefieran la música ochentosa, suenan los ritmos tradicionales para acompañar los bailes “de quadrilha”. En parejas, se danza en tren, en ronda y en fila haciendo puentes. Los que inician dicha quadrilha son un “novio” y una “novia”, ya que antes del baile se recrea un "casamiento caipira". Durante la divertida danza, es necesario que uno de los integrantes marque el ritmo y maneje al grupo, ya que los pasos son tradicionales, pero su elección es al azar.
Ya asistí a dos, pero mis compañeritos de curso están organizando otra fiesta para la semana que viene. Alguien tiene un sombrero campechano para prestarme?

domingo, junio 22, 2008

Santa María, Brasil. 22 de junio de 2008.

Una vez conocí a un hombre. Lo vi alto y buen mozo. Creo que durante algún tiempo creí que era el hombre de mi vida, aunque era muy chica para recordar bien ese sentimiento. Sin embargo, apenas lo conocí, lo amé. Tanto como a pocas personas en la vida.
Sin dudas, siempre admiré su bondad sin límites y desinteresada, su inevitable esencia de "buen tipo" (por momentos, exasperadamente bueno...), de esos que siempre van a poner la otra mejilla, pero no precisamente porque sea un católico practicante. Los que lo conocen, dicen que lo heredó de su padre. Y, según lo que me indican mis propios recuerdos, puedo dar fe de que muy probablemente sea así.
Cuentan también que su carácter, esa chispa chistosa que agrega en cada comentario, es un detalle con historia. Su despiste y sus lapsus de olvidos momentáneos creo que son mérito suyo, aunque su mamá quizás haya tenido algo que ver… Pero lo que indudablemente es responsabilidad materna, es su gusto por las comidas. Sabores salados, dulces… No sé si podría afirmar que tiene alguna preferencia (aunque sé que ama el dulce de leche como argentino viejo), pero puedo atestiguar que tiene debilidad por lo raro, lo exótico, lo que nadie come, lo que está por vencer.
“Bobea y sus ballenatos” debe haber sido un grupo bastante famoso en “esa” época, y está claro que Creedence o los Beatles no tienen nada de extraño. Así, es una persona que sigue el ritmo popular. Este hombre “hitero” (o amante de los hits) le hizo caso a la radio y se compró “La era de la boludez” de Divididos y un par de discos de Tina Turner. Los recuerdos lo llevaron a las músicas tradicionales: el tango y el folklore, melodías que detestaba de chico y que ahora lo transportan a la casa de verano de Paso del Rey o a la suya propia de un barrio capitalino, mientras jugaba con uno de sus tantos perros o se escapaba a comprar una gaseosa para espiar a alguna chica.
Con el tiempo dejó de hacerse el galán imitando a Richard Gere con su mechón blanco, las canas se le vinieron encima y, en el transcurso de ocho años, conoció a quienes se convirtieron en las mujeres de su vida (además de su mamá, pero ese es el Edipo irresoluble). A veces creo que por culpa de ellas él no es feliz, porque vive ocupándose del bienestar del conjunto. Pero después de gritarle y discutir tratando de hacerle entender que debería estar más atento de él mismo, entiendo que esas tres mujeres se convirtieron en la razón de tanto trabajo y esfuerzo, porque él es ellas, y ellas son él.
Compartimos infinidad de cosas juntos, tantas que de muchas pierdo la noción del tiempo. Se desveló noche tras noche de sábado trabajando de remis, me acompañó en mis primeros encuentros con el agua de las piscinas, me habló de cosas importantes, me sacó el miedo a los monstruos (y otros temores). Me llevó a conocer Rosario, repitió conmigo los nombres de las calles del Centro y nos entrenó con acertijos ingeniosos durante las sobremesas. Me esperó en puertas de lugares recónditos y me acompañó a mil y un recitales. Todavía con el asado en la garganta, se frió al sol sólo para ser mi rival en el tenis y jugar a correr todas las pelotas. Cuando tuve muchos “problemas” y necesitaba resolverlos haciendo cuentas, traía la calculadora y, aún con el saco puesto y el portafolios en la mano, me decía que todo se resolvería usando la lógica. Y las veces que no hay caso, que me embarullo y ni siquiera tengo claro cuál es el problema, me recomienda hacer una listita, que incluya todas las preocupaciones que me aquejan y, de esa forma, el papel quite el peso de mi mente. Y si igual el viento sopla fuerte, él se convierte en el árbol que me protege de las furias del mundo.
Hoy sigo conociendo a ese hombre, aunque creo que él me conoce más a mí. Y considero que es lógico, él me conoce desde toda mi vida.

Sabrina, hija de su papá Ricardo